Sobre el graffiti hay decir antes que nada, que es marginal, libertario, espontáneo y juvenil. Para el graffitero, los espacios ajenos más valorados son aquellos con más dificultad de acceso (muros, trenes, carteles, etc.), se los apropia en cuando los pinta. No espera una relación reciproca con el transeúnte, ni procura respuesta alguna. El graffiti no es reusable, esta absolutamente sometido a sus propios medios, esta hecho para verlo y no para contarlo. El graffiti es críptico para aquel que no participa activamente del arte callejero. Debido a que no se inscribe en una dimensión de “normas” socialmente establecidas, sino que se construye dentro de una dimensión propia, que cuenta con sus propias reglas. Por lo tanto al receptor se le exige ser conciente del proceso para poder comprender el mensaje adecuadamente, algo difícil para el ciudadano común que se vale sólo de sus propios medios. |